Los aparatos reproductores en ambos géneros humanos, aunque desarrollados a partir de un mismo tejido embrionario, no poseen las mismas funciones o estructura, ni tampoco ocupan el mismo alojamiento.
El aparato masculino produce espermatozoides y el femenino óvulos; cuando un óvulo queda fecundado se desarrolla un embrión que originará un nuevo ser.
Aparato reproductor masculino
El aparato reproductor masculino está formado por los testículos o gónadas masculinas, conductos deferentes, uretra y pene, junto con las glándulas y vesículas adyacentes. Los testículos están constituidos por dos glándulas sexuales de un tamaño entre 5 a 6 cm. y con forma ovoide. Durante la etapa embrionaria, están localizados en el interior de la cavidad abdominal, descendiendo por el conducto inguinal hasta el escroto (bolsa externa que los aloja) justo antes del nacimiento; si no se produce este hecho antes del nacimiento se manifiesta la llamada criptorquidia, un defecto de posición de los testículos que permanecen ocultos en el abdomen, y que puede tener solución si se trata con gonadotropinas antes del tercer año de vida, y posteriormente mediante cirugía. El motivo de situarse la bolsa del escroto en el exterior del cuerpo es mantener los testículos a una temperatura inferior a la existente en el interior, con objeto de que puedan producirse los espermatozoides, por ello la criptorquidia se considera un tipo de esterilidad masculina, ya que en el interior del abdomen los espermatozoides no pueden producirse.
Los testículos producen espermatozoides de forma continua, en un proceso denominado espermatogénesis, éste comienza en la pubertad (alrededor de los 12 ó 13 años) y finaliza con el climaterio masculino, alrededor de los 70 años. Cada uno de los testículos, que contiene numerosos túbulos seminíferos, dispone de un órgano alargado y contorneado sobre sí mismo llamado epidídimo, que continúa con el asa epididimodeferencial y ésta con el conducto deferente o espermiducto, el cual penetra en el interior del cuerpo por el cordón espermático. Tras rodear la vejiga, se unen ambos conductos en en uno solo, la uretra, que finaliza en el extremo del glande del pene. La uretra constituye un conducto común al aparato reproductor y urinario, por el que se desplazan tanto los espermatozoides (durante la eyaculación), como la orina (durante la micción), aunque nunca ambos a la vez. Alrededor se encuentran la próstata y las glándulas de Cowper, que segregan líquidos cargados de enzimas y nutrientes a los espermatozoides, formando parte del semen. En el epidídimo se almacenan y maduran los espermatozoides, inmóviles por la falta de oxígeno y las sustancias ácidas en que se encuentran; sólo se moverán hacia el exterior durante la eyaculación, mediante contracciones de la musculatura lisa del conducto epididimario.
El glande o extremo del pene está rodeado por el prepucio, un pliegue cutáneo que puede ser retirado hacia atrás. Cuando la abertura del prepucio es muy estrecha y no permite que asome el glande durante la erección, puede resultar en relaciones sexuales dolorosas o incómodas; a esa manifestación se le conoce como fimosis. La fimosis puede resolverse fácilmente con cirugía, mediante una circuncisión; en ocasiones se practica su extirpación completa o parcial, la cual puede ser por motivos terapéuticos o religiosos.
Para facilitar la cópula el pene se pone en erección en el momento de la excitación sexual. Este fenómeno es posible gracias al tejido eréctil del que se constituye el pene, unos cuerpos cavernosos y esponjosos cuyas cavidades se llenan de sangre para mantenerlo erecto y firme, y así poder introducirlo en el interior de la vagina de la mujer; el reflejo está controlado por el sistema nervioso parasimpático, cuyo centro se sitúa en la zona sacra de la médula espinal. Durante el clímax sexual se produce la eyaculación, manifestándose en las paredes de la uretra unas contracciones rítmicas que impulsan el semen hacia el exterior; y cuyo reflejo está controlado por el sistema nervioso simpático, que se localiza en la zona lumbar de la médula espinal. En el semen eyaculado (unos pocos centímetros cúbicos) se encuentran entre 200 y 300 millones de espermatozoides, además de las secreciones procedentes de la próstata, las glándulas de Cowper y las vesículas seminales. Si los espermatozoides no eyaculados permanecen almacenados en los espermiductos, son fagocitados finalmente por los leucocitos al cabo de un tiempo.
Aparato reproductor femenino
El aparato reproductor femenino está constituido por los ovarios, trompas, útero, vagina y genitales externos. Los ovarios están constituidos por dos órganos situados en la región abdominal, próximo a la pelvis, sujetados a la parte posterior del ligamento ancho del útero mediante un pliegue del peritoneo llamado mesovario. En los ovarios se producen los óvulos o células sexuales femeninas. Durante el momento de la ovulación, la captura del óvulo es posible gracias a la parte final del conducto llamado trompa de Falopio, que tiene forma de embudo. El movimiento del óvulo en el interior de la trompa hasta alcanzar el útero, se realiza por efecto de los cilios que recubren su epitelio, junto con los movimientos peristálticos de la musculatura lisa de las paredes.
El útero, con forma de pera, se sitúa entre la vejiga urinaria y el recto; se distinguen las partes: fondo, cuerpo y cuello o cérvix. La pared del útero dispone de una musculatura lisa llamada miometrio, con capacidad para aumentar muchas veces de tamaño durante el embarazo, y que permiten la expulsión del feto durante el parto cuando se producen sus contracciones rítmicas. El útero externo es el parametrio, constituido por tejido conjuntivo, y recubierto en parte por el peritoneo. El útero interno es el endometrio, constituido por un epitelio mucoso provisto de múltiples glándulas.
Al útero le sigue la vagina, cuyo conducto se cierra en su extremo inferior por el himen, un repliegue cutáneo membranoso de forma y espesor variable, y que reduce en parte el propio orificio externo de la vagina. Cuando se realiza la primera cópula esta membrana se desgarra, produciéndose lo que se conoce como desfloración o pérdida de la virginidad. La vagina segrega sustancias con cierta función bactericida; en ella también se localizan unas glándulas llamadas de Bartholin, equivalente a las de Cowper masculinas, cuya misión es lubricar el conducto vaginal para facilitar la cópula.
Los órganos sexuales externos, conocidos como vulva, rodean el orificio de la vagina. Están constituidos por dos repliegues cutáneos rellenos de tejido adiposo o labios mayores, dos labios menores que acogen numerosas terminaciones nerviosas, y los cuerpos cavernosos. En el interior de estos órganos se localiza el clítoris, un órgano muy sensible y eréctil.
En el vestíbulo vaginal, inmediatamente delante de la vagina, se sitúa la uretra, un conducto independiente que conduce la orina procedente de la vejiga.
El aparato masculino produce espermatozoides y el femenino óvulos; cuando un óvulo queda fecundado se desarrolla un embrión que originará un nuevo ser.
Aparato reproductor masculino
El aparato reproductor masculino está formado por los testículos o gónadas masculinas, conductos deferentes, uretra y pene, junto con las glándulas y vesículas adyacentes. Los testículos están constituidos por dos glándulas sexuales de un tamaño entre 5 a 6 cm. y con forma ovoide. Durante la etapa embrionaria, están localizados en el interior de la cavidad abdominal, descendiendo por el conducto inguinal hasta el escroto (bolsa externa que los aloja) justo antes del nacimiento; si no se produce este hecho antes del nacimiento se manifiesta la llamada criptorquidia, un defecto de posición de los testículos que permanecen ocultos en el abdomen, y que puede tener solución si se trata con gonadotropinas antes del tercer año de vida, y posteriormente mediante cirugía. El motivo de situarse la bolsa del escroto en el exterior del cuerpo es mantener los testículos a una temperatura inferior a la existente en el interior, con objeto de que puedan producirse los espermatozoides, por ello la criptorquidia se considera un tipo de esterilidad masculina, ya que en el interior del abdomen los espermatozoides no pueden producirse.
Los testículos producen espermatozoides de forma continua, en un proceso denominado espermatogénesis, éste comienza en la pubertad (alrededor de los 12 ó 13 años) y finaliza con el climaterio masculino, alrededor de los 70 años. Cada uno de los testículos, que contiene numerosos túbulos seminíferos, dispone de un órgano alargado y contorneado sobre sí mismo llamado epidídimo, que continúa con el asa epididimodeferencial y ésta con el conducto deferente o espermiducto, el cual penetra en el interior del cuerpo por el cordón espermático. Tras rodear la vejiga, se unen ambos conductos en en uno solo, la uretra, que finaliza en el extremo del glande del pene. La uretra constituye un conducto común al aparato reproductor y urinario, por el que se desplazan tanto los espermatozoides (durante la eyaculación), como la orina (durante la micción), aunque nunca ambos a la vez. Alrededor se encuentran la próstata y las glándulas de Cowper, que segregan líquidos cargados de enzimas y nutrientes a los espermatozoides, formando parte del semen. En el epidídimo se almacenan y maduran los espermatozoides, inmóviles por la falta de oxígeno y las sustancias ácidas en que se encuentran; sólo se moverán hacia el exterior durante la eyaculación, mediante contracciones de la musculatura lisa del conducto epididimario.
El glande o extremo del pene está rodeado por el prepucio, un pliegue cutáneo que puede ser retirado hacia atrás. Cuando la abertura del prepucio es muy estrecha y no permite que asome el glande durante la erección, puede resultar en relaciones sexuales dolorosas o incómodas; a esa manifestación se le conoce como fimosis. La fimosis puede resolverse fácilmente con cirugía, mediante una circuncisión; en ocasiones se practica su extirpación completa o parcial, la cual puede ser por motivos terapéuticos o religiosos.
Para facilitar la cópula el pene se pone en erección en el momento de la excitación sexual. Este fenómeno es posible gracias al tejido eréctil del que se constituye el pene, unos cuerpos cavernosos y esponjosos cuyas cavidades se llenan de sangre para mantenerlo erecto y firme, y así poder introducirlo en el interior de la vagina de la mujer; el reflejo está controlado por el sistema nervioso parasimpático, cuyo centro se sitúa en la zona sacra de la médula espinal. Durante el clímax sexual se produce la eyaculación, manifestándose en las paredes de la uretra unas contracciones rítmicas que impulsan el semen hacia el exterior; y cuyo reflejo está controlado por el sistema nervioso simpático, que se localiza en la zona lumbar de la médula espinal. En el semen eyaculado (unos pocos centímetros cúbicos) se encuentran entre 200 y 300 millones de espermatozoides, además de las secreciones procedentes de la próstata, las glándulas de Cowper y las vesículas seminales. Si los espermatozoides no eyaculados permanecen almacenados en los espermiductos, son fagocitados finalmente por los leucocitos al cabo de un tiempo.
Aparato reproductor femenino
El aparato reproductor femenino está constituido por los ovarios, trompas, útero, vagina y genitales externos. Los ovarios están constituidos por dos órganos situados en la región abdominal, próximo a la pelvis, sujetados a la parte posterior del ligamento ancho del útero mediante un pliegue del peritoneo llamado mesovario. En los ovarios se producen los óvulos o células sexuales femeninas. Durante el momento de la ovulación, la captura del óvulo es posible gracias a la parte final del conducto llamado trompa de Falopio, que tiene forma de embudo. El movimiento del óvulo en el interior de la trompa hasta alcanzar el útero, se realiza por efecto de los cilios que recubren su epitelio, junto con los movimientos peristálticos de la musculatura lisa de las paredes.
El útero, con forma de pera, se sitúa entre la vejiga urinaria y el recto; se distinguen las partes: fondo, cuerpo y cuello o cérvix. La pared del útero dispone de una musculatura lisa llamada miometrio, con capacidad para aumentar muchas veces de tamaño durante el embarazo, y que permiten la expulsión del feto durante el parto cuando se producen sus contracciones rítmicas. El útero externo es el parametrio, constituido por tejido conjuntivo, y recubierto en parte por el peritoneo. El útero interno es el endometrio, constituido por un epitelio mucoso provisto de múltiples glándulas.
Al útero le sigue la vagina, cuyo conducto se cierra en su extremo inferior por el himen, un repliegue cutáneo membranoso de forma y espesor variable, y que reduce en parte el propio orificio externo de la vagina. Cuando se realiza la primera cópula esta membrana se desgarra, produciéndose lo que se conoce como desfloración o pérdida de la virginidad. La vagina segrega sustancias con cierta función bactericida; en ella también se localizan unas glándulas llamadas de Bartholin, equivalente a las de Cowper masculinas, cuya misión es lubricar el conducto vaginal para facilitar la cópula.
Los órganos sexuales externos, conocidos como vulva, rodean el orificio de la vagina. Están constituidos por dos repliegues cutáneos rellenos de tejido adiposo o labios mayores, dos labios menores que acogen numerosas terminaciones nerviosas, y los cuerpos cavernosos. En el interior de estos órganos se localiza el clítoris, un órgano muy sensible y eréctil.
En el vestíbulo vaginal, inmediatamente delante de la vagina, se sitúa la uretra, un conducto independiente que conduce la orina procedente de la vejiga.
ELVER SANABRIA
V-20477945
EES
SECCION:01
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